sábado, 17 de mayo de 2014

KREUZBERG: JUVENTUD EN VENA

Aunque mi relación con la capital alemana se ha reducido a siete intensos e interesantes días, puedo decir : Ich liebe Berlín! Estaba tan ilusionada con el viaje, lo saboreé con tanto deleite y anticipación que cuando iba a aterrizar en el aeropuerto de Schönefeld el miedo que me produce el avión hizo que me acosaran los fantasmas: ¿Y si después de todo no es cómo yo me la imagino? Pero no. No solo no me ha desilusionado, sino que me ha fascinado.
Al fondo el Oberbaumbrücke y delante Lalo, Clarita, Jose y Marga

 Lo cierto es que quien quiera saber lo que se cuece en Berlín tiene que visitar el barrio de Kreuzberg. Una amiga mía me decía al hablar del palpitante barrio del Este que "solo veía jóvenes por la calle". Es una ilusión óptica. Kreuzberg está lleno de vida y color; el mercado turco, las terrazas al borde del río Spree, el Oberbaumbrücke, grafitis en las fachadas que se asoman al río... el  East Side Gallery, el tramo más largo que se conserva del Muro de Berlín con 105 divertidas y atrevidas pinturas de artistas de todo el mundo. En Kreuzberg hay personas de diversas razas condición y edad, pero nadie es inmune a la atmósfera que se respira por la calle. Es como un chute de juventud en vena.   (Metro: U-Schlesisches Tor).



El cuarteto viajero en la East Side Gallery
Visitar Berlín de la mano de un amigo es todo un lujo. Peter, Sabine y Clara derrocharon cariño, nos dedicaron su tiempo y nos contaron anécdotas sobre la historia de la ciudad que no vienen en los folletos turísticos. Peter nos llevó al Riehmers Hofgarten y nos contó cómo durante los años del muro, ambos sectores de la ciudad se esmeraban en competir con alguna seña de identidad que los distinguiera. En el Oeste se sentían muy orgullosos del conjunto de edificios y patios diseñados por Wilhelm Riehmer entre 1881 y 1889. Fachadas neorrenacentistas y largas arboledas nos recuerdan cómo debía ser Berlín en el siglo XIX. Dieciocho edificios alrededor de un patio interior, a modo de parque, alejado de los ruidos y del tráfico. Lo cierto es que se trata de un lugar donde se respira una paz especial. (Metro: U-Mehringdamm).



Con Peter en la Riehmers Hofgarten

Y ya que estamos en uno de los barrios más alternativos de Berlín, qué menos que darse una vuelta por la Bergmannstrasse y curiosear en las vanguardistas tiendas que hay a lo largo de la calle, tomar un vino en alguno de sus bares (o eine biere, si el bolsillo está en precario). Una copa de vino en Berlín, ya sea Rot o Weiss, cuesta alrededor de cuatro euros. La cerveza es más barata y hay mucho donde elegir. Con todo y con eso, yo me decidí por el vino

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